Neurociencia del amor y otras adicciones
La neurociencia del amor: El amor, el enamoramiento o simplemente el afecto hacia una pareja romántica, es uno de los grandes misterios de la vida humana. No es sino hasta mediados del siglo pasado, que los científicos decidieron indagar un poco más acerca de este proceso. Gracias al desarrollo de la tecnología y los avances en las técnicas de imágenes cerebrales, ahora podemos echar un vistazo a cómo se ve nuestro cerebro. Los descubrimientos en neurociencia han llevado a la identificación de áreas, instalaciones, circuitos cerebrales específicos que están involucrados en la génesis del amor.
La biología del amor se origina en las partes primitivas del cerebro que surgieron mucho antes de que la corteza cerebral. La investigación actual busca una explicación para esclarecer los mecanismos cerebrales responsables del comportamiento y los sentimientos amorosos. Sin embargo, el conocimiento de estos mecanismos puede arrojar algo de luz sobre las descripciones filosóficas y románticas que filósofos y poetas han descrito a lo largo de toda la historia.
La neurociencia del amor expone que:
Los tres neuromoduladores principales que se encargan de la experiencia del amor son: dopamina, oxitocina y vasopresina. La dopamina es el principal neurotransmisor del placer del circuito de recompensa del cerebro, que juega un papel importante tanto en la excitación sexual como en los sentimientos románticos. Si bien todos los mamíferos encuentran gratificante el sexo, los humanos (así como otros vínculos de pareja) también registran a la pareja individual como gratificante. Cuando miramos a la cara de nuestro ser querido, nuestro circuito de recompensa (el sistema límbico) se inunda de dopamina, al igual que cuando tenemos relaciones sexuales o consumimos sustancias estupefacientes, como las drogas.
La oxitocina y la vasopresina están más íntimamente relacionadas con el apego y la vinculación. Son hormonas clave para el apego tanto romántico como materno -también conocido como apego primario-, se liberan durante el orgasmo, el parto y la lactancia. Sus concentraciones también aumentan durante la fase inicial de unión de pares.
Sin embargo, el sistema que “no está activado” en la neurociencia es igual de importante; al mirar a nuestro amado, las áreas clave de nuestro cerebro disminuyen la activación de la amígdala, la corteza frontal, la corteza parietal y la corteza temporal media. La amígdala está implicada en el miedo y la ira, esto explica porque no tenemos miedo ante esa persona. Esto podría explicar por qué nos sentimos tan seguros y felices en los brazos de nuestro amado. Así, se podría facilitar la formación del vínculo de pareja.
La corteza frontal es el centro de las funciones ejecutivas, aquellas que comandan nuestro comportamiento, como el juicio y la lógica, todos los cuales se suprimen o disminuyen notoriamente, cuando estamos enamorados. Esto se debe a la disminución de la activación en esta área del cerebro, lo que se traduce en una “suspensión del juicio o una relajación de los criterios de juicio”, es decir, buscamos que la gente nos ame a pesar de nuestras falencias, y nosotros, simplemente no vemos los defectos del ser amado. Si lo llegan a ver, tienden a ser menos duros, porque su corteza frontal está casi abolida. Pues sí, el amor puede llegar a ser un poco “irracional”.
Finalmente, nuestro enamoramiento produce una disminución en las áreas del cerebro asociadas con la «racionalización” es decir, la corteza prefrontal, la unión parieto-temporal y los polos temporales. Estas son las estructuras encargadas de poder identificar las emociones de otras personas y atribuirles razones. Las áreas están implicadas en la distinción conceptual entre el yo y el otro, por lo que su desactivación es necesaria para alcanzar la fusión y la unidad que los amantes buscan entre sí. La dependencia excesiva del otro en un enamoramiento equivocado puede conducir a una suerte de drogadicción emocional.
La adicción es casi igual que el amor, es un proceso que solo se diferencia del amor, porque el objeto que nos da placer, felicidad o por el cual sentimos apego y necesidad, es tóxico y perjudicial para el organismo. Además, se supone que las personas que sufren de adicciones tienden a buscar en el objeto de su adicción amor o afecto que no poseen.
Dicho esto, entendemos que el síndrome de abstinencia, por el cual cursan las personas que poseen adicciones, se caracteriza por un fuerte componente emocional que también se manifiesta en las decepciones amorosas.
Esto se debe a que los drogadictos y los enamorados, procesan estas emociones en las mismas áreas del cerebro. Como se ha explicado antes, el sistema límbico y la corteza, donde se interpreta esta sensación de desapego o abstinencia como una necesidad que debe ser suplida, bien sea por el objeto de la adicción o por el ser amado, en caso del enamoramiento.
En conclusión, el entendimiento del cerebro y cómo este interpreta las emociones, es algo complejo, pero gracias a los avances de la ciencia y tecnología ha sido posible develar el mecanismo de acción neurológico. Facilitando así la comprensión de las emociones, su importancia a nivel bioquímica y su cercana relación con las adicciones. Al final, quizás el amor sea la “droga” a la cual todos somos adictos de cierto modo, si deseas aprender a cerrar ciclos y superar un amor lee nuestro artículo.
Referencias:
- Maureira, F. (2009). Amor y adicción: comparación de las características neurales y conductuales. Revista Chilena de Neuropsicología, 4(2), 84-90.
- Ávila, G. A. C., & Ramos, P. P. (2015). Del amor y otras adicciones.
- Neurociencia del amor. Disponible en: https://www.ngenespanol.com/ciencia/funciona-amor-cerebro/amp/
- Flores, D. I. R. (2021). El amor romántico. Una aproximación desde la neurobiología y la psicología. Ensayos de Filosofia, 13(1).