HERIDAS DE LA INFANCIA
Todos tenemos heridas emocionales. Estas se forman en nuestra primera infancia, es decir durante los 5 primeros años de vida y se verán directamente influenciados según la dinámica relacional que tengamos con nuestros cuidadores principales. A lo largo de la vida vamos reproduciendo, una y otra vez, situaciones que nos acercan a esta herida.
Es la necesidad inconsciente de repetir dicho patrón. Esto satisface una necesidad de sentirnos seguros, para nosotros como seres humanos. La replicación de conductas está relacionada con la supervivencia. Hacemos las cosas que conocemos, las cosas familiares. Utilizamos, precisamente, los mecanismos de defensa que creamos cuando éramos niños y que nos permitieron enfrentar, de la mejor manera posible, las experiencias tempranas que nos podían causar dolor.
Indiscutiblemente, cada uno de nosotros ha tenido sus propias experiencias, ha estado inmerso en un sistema familiar único, dentro de normas sociales y culturales específicas. Por lo tanto, cada uno de nosotros tiene una forma particular de manejar las situaciones que presenta la vida. Sería simplista etiquetar y envolver una caja y pretender que todos hemos experimentado lo mismo. Pese a esto, se habla de 5 heridas emocionales originadas en la infancia, que la gran mayoría comparte.
Con cada herida, también hay un mecanismo de defensa que creamos para manejarla. Es difícil aceptar que, para evitar que nuestro miedo se convierta en realidad, lo que hacemos, en realidad, es reproducirlo. Y, así, creamos situaciones repetitivas en las que revivimos nuestra herida, hasta lograr comprenderla y trascenderla.
Las 5 heridas se alojan dentro de nosotros. Dependiendo de cada caso, puede haber uno más fuerte que otro.
O, tal vez, puede haber dos que sean igualmente importantes. Lo que es clave es tener un entendimiento más amplio que nos lleve a conocernos mejor. Saber que lo que vivimos de niños nos sigue afectando hoy y que ser conscientes de ello es el primer gran paso hacia la sanación.
A continuación, explicaremos a detalle en qué consiste cada una de las 5 heridas de la infancia.
-
Herida de Abandono:
La soledad es la peor enemiga de quien vivió el abandono de niño. Esta herida se crea, generalmente, entre los 0 y los 3 años. Quizás uno de los padres no estaba presente o, aun cuando físicamente lo estaban, había una gran barrera emocional, que no permitía que el niño sintiera plenamente su presencia. Por lo general, ocurre predominantemente con el padre del sexo opuesto.
Su mecanismo de defensa es la dependencia. Convirtiéndolos así, en dependientes de sus parejas y de su círculo más allegado. Sienten que realmente no pueden arreglárselas solos. Las personas que temen a la soledad son más propensas a abandonar pronto a sus parejas y sus proyectos, por miedo a ser ellos mismos los abandonados. Las personas con miedo al abandono pueden pensar cosas como “te dejaré antes de que puedas dejarme”, “nadie me apoya, no estoy preparado para apoyar a nadie más”, “si te vas, no volverás…”.
Las heridas que fueron causadas por el abandono son muy difíciles de curar. Pero una vez que comienza el proceso de sanación, las personas con estos miedos a menudo experimentan una mejora drástica: su miedo a la soledad desaparece y es reemplazado por un diálogo interior positivo y esperanzador.
-
Herida de Rechazo
Comprende desde el momento de la concepción, hasta el primer año de vida. Se lo asocia especialmente, con el padre del mismo sexo. Esta es una herida muy profunda y puede extenderse a sentimientos de rechazo desde adentro; es decir, la sensación de rechazo tiñe nuestros pensamientos y sentimientos. Muchos factores pueden influir en la aparición de este miedo, como el rechazo de los padres, la familia o los compañeros, estos últimos generan más pensamientos de rechazo, de ser indeseable, de no valer nada.
Quien sufre esta dolorosa experiencia se siente indigno de cariño y comprensión, y se aísla en su interior vacío, temeroso de ser rechazado. Los que han sido rechazados de niños tienden a convertirse en adultos escurridizos. Por lo tanto, tienen que trabajar a través de sus miedos interiorizados y las situaciones que les provocan ansiedad.
Los pasos hacia la curación implican aprender a correr riesgos y tomar decisiones por sí mismo. Cada vez te molestará menos cada vez que alguien se aleje, y no te lo tomarás como algo personal si alguien se olvida de ti por un momento.
-
Herida de Traición:
El niño se siente decepcionado por su cuidador, este lo ha fallado y ya no es digno de su confianza. La máscara o mecanismo de defensa es el control. Las personas con esta herida suelen ser muy controladores. Les cuesta confiar en los demás. Siempre intentan imponer su punto de vista y no toleran que una mentira venga de alguien más.
Aquellos que fueron traicionados a menudo cuando eran niños, pueden convertirse en personas controladoras que necesitan que todo sea exactamente como ellos quieren. Es probable que sientan la necesidad de ejercer cierto grado de control sobre los demás, lo que con frecuencia justifican como parte de su fuerte carácter.
Estas personas tienden a confirmar sus errores a través de su comportamiento. Deben trabajar la paciencia, la tolerancia y el conocimiento, y deben aprender a estar solos y a delegar responsabilidades.
-
Herida de Humillación:
A las personas que fueron continuamente humilladas cuando eran niños se les hace pensar que otras personas nos desaprueban y nos critican. Los padres fomentan este miedo en sus hijos diciéndoles que son “malos” o que son demasiado torpes o pesados, así como cuando ventilamos sus problemas frente a otras personas. Todas estas cosas destruyen la autoestima de un niño.
Este miedo conduce a menudo al desarrollo de una personalidad dependiente. Como adultos, aquellos que fueron humillados de niños también pueden ser tiranos y egoístas como mecanismo de defensa, e incluso tienden a humillar a otros como escudo protector.
Este tipo de personas, sufrieron una experiencia de frustración en relación con el placer. La imposibilidad de disfrutar plenamente. Su máscara es el masoquismo. Aventajan las necesidades de los demás a las propias. Tienen una actitud muy servicial. Se asustan ante el disfrute porque temen que las emociones los desborden.
Cualquiera que sufra este tipo de experiencias debe trabajar su independencia, libertad, prioridades y cómo comprender mejor sus necesidades y miedos.
-
Herida de Injusticia:
Son aquellos individuos que sienten que el desarrollo de su individualidad ha sido totalmente coartado y han sufrido de frialdad e insensibilidad por parte de su cuidador primario. Por lo general, el padre del mismo sexo. Su máscara es la rigidez. Necesitan vivir en un mundo perfecto, donde no haya lugar para el dolor. Tienden a bloquear su sensibilidad. Y son muy exigentes consigo mismos.
Este miedo se origina en ambientes donde los principales cuidadores son fríos y autoritarios. Durante la infancia, las demandas excesivas que empujan los límites de uno pueden producir sentimientos de ineficacia e inutilidad, que se perpetúan en la edad adulta.
Una consecuencia conductual directa de la injusticia es la rigidez, y estas personas generalmente tratan de ser muy importantes y adquirir mucho poder. Además, a menudo se desarrolla un fanatismo por el orden y la perfección, así como la incapacidad para tomar decisiones con certeza.
Las personas que sufrieron injusticias en la infancia deben trabajar en bajar sus niveles de desconfianza y rigidez mental para ser más flexibles y permitirse confiar en los demás.
Bibliografía:
Drago, H. D. C. (2021). El trauma psicológico y las heridas afectivas: Una revisión sobre sus definiciones y abordajes para la clínica psicológica | Revista de Psicología. Universidad Católica San Pablo. https://revistas.ucsp.edu.pe/index.php/psicologia/article/view/1401
Encalada, V. (2022, 2 noviembre). Pódcast Vibrando alto | Conociendo las heridas de mi infancia. www.expreso.ec. https://www.expreso.ec/podcast/vibrando-alto-conociendo-heridas-mi-infancia-139981.html
Boubeau, L. (2019). Las heridas de la infancia, según Lise Boubeau. Fragmento del libro, disponible en: https://solidaria.uca.es/wp-content/uploads/2021/09/LAS-HERIDAS-DE-LA-INFANCIA-SEGUN-LISE-BOUBEAU.pdf?u
Post Relacionados
Cómo Amar sin Dependencias ni Apego
Como Amar sin Dependencias ni Apego Todo comenzó en la década de 1930, cuando un investigador llamado John Bowlby observó que nuestra experiencia familiar tiene
Vive sin apegos y dependencias
VIVE SIN APEGOS NI DEPENDENCIAS El apego emocional es un componente normal y saludable para fomentar las relaciones interpersonales y nos permite mantener estas conexiones. Sin
Sanando tu niño interior
Todo el mundo tiene un niño interior es aquel que tiene todos esos recuerdos y emociones reprimidos de tu infancia que resurgen en ciertas ocasiones.
HERIDAS DE LA INFANCIA
Todos tenemos heridas emocionales. Estas se forman en nuestra primera infancia, es decir durante los 5 primeros años de vida.
Cómo construir tu amor propio o autoestima
La autoestima o amor propio es la consideración que una persona tiene de su propio valor y se forma a partir de experiencias e interacciones.